Visualicemos un parque donde van a pasear las parejas de entre sesenta y ochenta años de edad. Disfrutando tal vez de caminatas tranquilas, pues, el tiempo de cumplir con un horario laboral ya ha pasado y ahora toca descansar, después de una vida de trabajo en una oficina o en una fábrica. Ahora, pueden darse el lujo de escuchar el canto de las aves y apreciar cómo el viento invita a bailar a las ramas de los árboles.

 

Después de esto, al retirarse del lugar; se dirigen a su camioneta, que está estacionada y esperándoles. Llegan a su casa, que no es de interés social; en la cual criaron a sus hijos. Ella prepara el café y lo ofrece a su pareja, posteriormente, se van a descansar en su cómoda habitación; para que al día siguiente continúen con sus actividades, que podrían consistir en realizar una actividad que a ellas y ellos les agrade; algo así como un hobby. O bien, ayudarles a sus hijas e hijos con el cuidado de sus nietas o nietos. El dinero para vivir no es problema, pues mes a mes llega una pensión a la cual se hicieron acreedoras y acreedores mientras trabajaban para un patrón.

 

Esta es la introducción para hablar de la que hemos llamado “La generación sin prestaciones sociales, casa, vehículo y sin pareja”. Pues, en estudios de investigación llevados a cabo a algunas parejas del estado de Tlaxcala, propiamente de la generación llamada Millennials o Y; la cual, abarca aproximadamente del año 1981 al 2000. Y que actualmente cuentan con 23 años de edad como mínimo y un máximo de 42.

 

En primera instancia y respecto al tema en comento, expresaron que sus sueños eran tener una familia nuclear; la cual incluye a mamá, papá, hijas e hijos. Posteriormente, otro integrante con el que les gustaría contar, es una casa y un vehículo, principalmente. Es con estos elementos mencionados, que ya contamos con la fotografía completa aspiracional de una pareja en sus inicios. La cual coincide con la de sus abuelas y abuelos, y obviamente también con la de sus padres, quienes son una generación intermedia. Es decir, todas ellas y ellas se encuentran siguiendo un patrón.

 

Para analizar un poco la carencia de esta generación, abordaremos en primera instancia a las prestaciones sociales; ya que creemos que el hecho de que cada vez sean más precarias, afecta de manera sustancial al resto del sistema en el que se desenvuelven las personas. Para ello, creamos tres grupos para explicar ésta situación. El primero de ellos, dijo buscar éstas, a través del ingreso a un sindicato; el cual, aplicado al área laboral, ofrece un contrato colectivo de trabajo y les da seguridad en el salario.

 

Aunque, las actividades no sean del agrado o vocación de quien busca ésta modalidad. Y las posibilidades de escalar son de acuerdo con el escalafón. Y para obtener una plaza aquí, las personas deberán pasar por cubrir interinatos, cambios constantes de horario y esperar a que les toque a quienes están delante de ellos en la fila.

 

El segundo grupo, optó por ingresar a la iniciativa privada; en trabajos característicos propios de su generación, como lo son los relacionados con temas virtuales; los cuales sí están vinculados con su profesión. Donde no requieren trasladarse al área laboral para realizar su trabajo. Pero, los horarios cambian; pues, en el primer caso; son estrictamente ocho horas de trabajo y se pueden ir, aunque éste no se haya terminado. Mientras que, las personas de éste grupo en comento; expresan que a veces son las diez de la noche y podrían seguir en el trabajo.

 

Sin embargo, comentaron que les conviene éste tipo de trabajos, porque los sueldos son más altos; existen buenas prestaciones sociales con posibilidad de escalar por sus propios méritos y en poco tiempo. El esfuerzo debe ser constante, porque podría venir alguien con más disposición por hacer las cosas y con más conocimientos y ocupar su plaza. Pues, no hay una garantía de sostenerse en ése trabajo. Y el único premio por todo su esfuerzo, es que le firmen el contrato del mes siguiente; pues, por lo regular no generan antigüedad.

 

Queremos aclarar que, los dos grupos anteriores; son una breve descripción de la experiencia de los varones. Aún no hemos hablado de lo que vivieron las mujeres. A ellas las incluimos en un tercer grupo, que creemos que es el más vulnerable. Debido a que, dentro de su relación de pareja, decidieron que ellas cuidaran de las hijas, hijos e hicieran los quehaceres del hogar; mientras sus parejas trabajaban. Éstas mujeres, dejaron sus clases de estudios universitarios en pausa, hasta que las y los pequeños estuvieron más grandes, es entonces que acordaron, que éstas volverían a retomarlos.

 

Aquí nació una inconformidad, pues algunas de ellas, pasado este tiempo, se incorporaron al trabajo; mientras que otras, de igual manera a lo anterior, sumaron también la continuación de sus estudios. Pero, el problema fue que éstas no vieron una disminución en sus tareas en el hogar, ni en el cuidado de las y los pequeños, por parte de su pareja.

 

Los dos casos aquí expuestos de mujeres, insistimos que se ven vulnerados, porque ellas disponían de menos tiempo para dedicarle al trabajo y estudios, respecto de los varones. Lo cual, les da menor posibilidad de crecimiento, ante el tiempo que les tocó vivir, pues, exige a personas más preparadas a nivel académico y con tiempo. Elementos con los que los varones sí contaban y ellas no. Por lo tanto, sus sueldos son inferiores y las prestaciones casi nulas.

 

Ellas notaron esto y lo sabían, así que hablaron al respecto del tema con sus parejas y la mitad de ellos comprendió la situación y hubo cambios al respecto. Optaron por dividirse el cuidado de las hijas e hijos y los gastos del hogar al cincuenta por ciento. Mientras, que al otro grupo; no le pareció adecuado esto, porque él aportaba más dinero a los gastos del hogar y no empatizó con todas las actividades que ellas realizaban, de hacerse cargo de las hijas e hijos, quehaceres del hogar, estudiar y trabajar.

 

Queremos comentar que las abuelas de quienes hablamos al principio, también vivieron una situación parecida, solo sin el elemento de continuar los estudios. Porque en su tiempo no era exigido un título universitario y con el certificado de secundaria, pudieron ingresar a un trabajo con prestaciones, del cual en su tiempo disfrutaron de su pensión.

 

Por otra parte, a las mujeres del tiempo de las abuelas, al parecer no les molestaba hacer todas las actividades de la casa y cuidado de los hijos, trabajar y aportar su dinero al hogar. Pues, era parte de la normalidad. Fue en la siguiente generación a ésta, que iniciaron las ideas de igualdad entre mujeres y hombres, que comenzaron a permear en las generaciones y para cuando llega a la generación de las y los Millennials, ésta ya está muy establecida.

 

De los dos casos de las mujeres aquí mencionados, queremos enfatizar que los hombres que se interesaron y participaron en el cuidado de las hijas, hijos y quehaceres del hogar; lograron la permanencia de la pareja y la búsqueda de los bienes materiales que querían. Quienes decidieron dejar estas actividades solo a las mujeres, se observó que comenzaron a tener mala comunicación entre ellos. Acto seguido a lo anterior, en estos casos que estamos comentando, los hombres optaron por buscar a una tercera persona; lo que comúnmente conocemos como infidelidad.

 

Con estos tres elementos, recordemos cuales:

1 Que las mujeres y los hombres no compartieran el cuidado de las hijas e hijos y los quehaceres del hogar

2 Mala comunicación entre la pareja y

3 Infidelidad

 

Se había configurado el rompimiento de ésta unidad familiar y se perdía la posibilidad de que entre los dos pudieran tener lo soñado en la foto del principio. Es por ello, que le pusimos por título “La generación sin prestaciones sociales, casa, vehículo y pareja”. Porque todos estos elementos son característicos y propios de esta generación en particular.

 

Para reforzar lo anteriormente dicho, vamos a hacer un comparativo de cómo le aplicarían éstos tres puntos a la generación de las abuelas y abuelos. Por ejemplo, en el punto 1, las abuelas no se imaginaban pedirles a los hombres que ayudaran en el cuidado de las hijas e hijos, mucho menos que se ocuparan de algún quehacer de la casa. En el 2, por su parte; al parecer no era como tal una comunicación, sino que la mujer pedía permiso al hombre para hacer algo. Por último, en el punto 3, no quiere decir que no existiera la infidelidad, solo que no se visibilizaba de la misma manera. Bueno, es con estos tres puntos enunciados, que cerramos este escrito. Te dejamos con la pregunta ¿Tienes otro punto que agregar a los tres ya mencionados?

 

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