Desde el hallazgo de los primeros planetas extrasolares, en 1992, los astrobiólogos buscan sin descanso otros mundos parecidos a la Tierra, donde pudiera haber surgido y evolucionado la vida tal como la conocemos. Ahora, los avances en sistemas de detección y análisis han permitido ampliar ese rastreo a entornos extremos, muy distintos a los terrestres.

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