Descubre por qué los insectos están revolucionando la industria alimentaria y podrían ser la solución sostenible del futuro.

 

La entomofagia, es decir, el consumo de insectos por humanos, es un negocio en auge. Actualmente son muchas las empresas que comercializan insectos y está previsto que en 2027 alcancen una facturación de más de cuatro mil millones de euros. Pero la ingesta de insectos no es una moda. De hecho, se viene practicando desde hace muchos años en África, América, Asia y Oriente Medio, donde se han documentado casi dos mil especies de insectos aptas para el consumo.

 

Algunos ejemplos los encontramos en diferentes variedades de gusanos en México, saltamontes crujientes fritos en Tailandia, larvas de avispa vivas en Japón, orugas en Namibia, etc.

 

¿Y qué ocurre en la Unión Europea? Desde que entró en vigor el Reglamento Europeo 2015/2283 relativo a los nuevos alimentos que admite que los insectos enteros y/o sus partes puedan formar parte de las nuevas categorías de alimentos, hay aprobados (enteros o como ingrediente de otros productos como sopas, salsas, ensaladas, galletas…) los siguiente cuatro tipos de insectos (en orden de aprobación):

 

¿Qué ventajas tiene el consumo de insectos?

Respecto a los beneficios nutricionales, y aunque depende de la especie de insecto, etapa de su vida, preparación culinaria, etc., los insectos son, en líneas generales, una buena fuente de energía, proteínas de alto valor biológico, ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, minerales (manganeso, fósforo, selenio, cobre, hierro, magnesio y zinc) y vitaminas (biotina, riboflavina, ácido pantoténico y ácido fólico).

 

Medioambientalmente, la producción de insectos necesita menos terreno y agua que los alimentos de origen animal (cada gramo de proteína de carne de ternera requiere de ocho a catorce veces más tierra y aproximadamente cinco veces más agua que un gramo de proteína de insectos).

 

Además, el “cultivo” de insectos produce menos cantidad de amonio y emisiones de metano (los grillos producen hasta un 80% menos de metano que las vacas y diez veces menos amoníaco que los cerdos) y es más eficaz a la hora de convertir los alimentos en proteína (los grillos necesitan once veces menos alimento que las vacas, cuatro menos que las ovejas y la mitad que los cerdos para obtener la misma cantidad de proteína).

 

Medioambientalmente, la producción de insectos necesita menos terreno y agua que los alimentos de origen animal

 

La producción de insectos también tiene efectos positivos sobre los gases de efecto invernadero ya que emite entre siete y doce veces menos emisiones equivalentes de dióxido de carbono que el ganado vacuno.

 

Finalmente, la comercialización de insectos aptos para el consumo humano ya es una línea de negocio.

 

¿Qué inconvenientes tiene la entomofagia?

Los insectos comestibles se crían en ambientes higiénicos y los controles a los que son sometidos antes de su comercialización son muy estrictos. Por tanto, no hay que tener miedo a su consumo.

 

El principal riesgo al que está asociado su ingesta es su posible alergenicidad, ya que es cierto que el consumo de las proteínas de insectos puede dar lugar a reacciones alérgicas, especialmente en personas con alergias conocidas a los crustáceos, ácaros del polvo y, en algunos casos, a moluscos. Por esta razón, es obligatorio hacer la indicación de alérgenos en el etiquetado tanto de los alimentos envasados que lleven insectos como en el de los no envasados.

 

En caso de comercializar ilegalmente insectos que no hayan pasado los exhaustivos controles que exige la UE, los dos riesgos más peligrosos que conlleva el consumo de insectos son microbiológicos (los insectos pueden ser un vector de otros microorganismos perjudiciales, especialmente bacterias u hongos que se encuentran en la superficie del cuerpo o intestino de insectos comestibles) y los químicos (los insectos criados en residuos agrícolas pueden estar expuestos a micotoxinas, plaguicidas, metales tóxicos y dioxinas).

 

La aceptabilidad de los insectos

A pesar de su seguridad y sus ventajas nutricionales, medioambientales y económicas, solo un diez por ciento de los europeos afirman estar dispuesto a reemplazar la carne por los insectos, porcentaje que varía según hábitos familiares, lugar de residencia, religión o educación.

 

El principal motivo que justifica este dato reside en que todavía no aceptamos psicológicamente el consumo de grillos, hormigas, gusanos, etc. por lo que la empresas entomofágicas deberían trabajar más en este aspecto si quieren que el consumo de insectos se consolide definitivamente en nuestra sociedad.

 

¡Salud!

 

Este artículo está dentro de la serie

Este artículo está dentro de la serie "Ciencia de la vida cotidiana", de José Manuel López Nicolás.