En días pasados reflexionaba acerca de parte del contenido del libro que lleva por nombre “El arte de la guerra”, escrito hace más de dos mil años por el maestro chino Sun Tzu. En donde, a mi parecer se trata efectivamente del “arte bélico” para someter principalmente a un grupo de personas; mediante medidas coercitivas y de dominación.

 

Yo entiendo que las madres y padres, mientras se encuentran criando a sus hijas e hijos, pudiera parecer que actúan de esta manera. Sin embargo, no es así, porque la intención es lo que hace la diferencia. Pues, a la hija o hijo se le enseña o debería enseñársele con la finalidad de que se sostenga de manera independiente y saludable en todos los aspectos de su vida. Y en cuanto esta o este llegue a la mayoría de edad, deberá aplicar los conocimientos obtenidos a modo de que sea a grandes rasgos un ser humano funcional.

 

¿Dónde es que se encuentra la diferencia entre estos dos párrafos? Bueno, a mi forma de ver, radica en que, en primera instancia, es para apropiarse de los recursos de un pueblo; en segundo lugar, de sus ideas, formas de pensar, creencias, entre otras cosas a efecto de que siga sometida la persona o el pueblo, a modo de que no quiera que sea diferente o no se dé cuenta de tal sometimiento.

 

Y en el segundo párrafo, las madres y padres, crían a sus hijas e hijos, para que estas personitas vivan su experiencia de vida, de una manera que ellas y ellos creen que es como debería de ser. Cabe aclarar que, cuando estas y estos crecen (son mayores de edad), serán responsables del rumbo que tomen o les den a sus vidas.

 

Una vez que he establecido la diferencia entre un sometimiento y en apariencia el otro (el primero, es para saquear recursos; y el segundo, es para que ese ser humano sea cuidado mientras adquiere un criterio para cuidarse a sí mismo).

 

Ahora, quiero platicarte de algo que estoy segura que la mayoría de quienes vivimos en este país conocemos. Y se trata del verso que dice “…a quien te hiere en la mejilla, preséntale también la otra”. Y ahora mismo, creo que muchas personas no creemos que esta sea la mejor forma de hacer las cosas. Por lo menos, no de forma literal.

Porque, yo recuerdo haber leído que, si alguien te trata mal, de alguna manera, no busques relacionarte con esa persona, por motivos de amor propio hacia ti misma o mismo; y bueno, por seguridad te alejes.

 

Pero, ¿qué sucede cuando alguien te trata mal, estando en cualquiera de los dos supuestos planteados? Yo creo que la respuesta inmediata es lanzarle tu odio, desprestigiándole y maldiciendo su vida y obras, entre otras cosas. Sin embargo, esa es una actitud reactiva y de supervivencia, que no nos ayuda a evolucionar.

 

Y que, por el contrario, de alguna manera, es como si aquella persona manchara sus sentimientos con una sustancia densa, que le ciega cada vez más y más; y mientras practique esa forma de ser, se ensuciará este con aquel elemento digamos que feo.

 

Hoy te quiero plantear que, “pongamos la otra mejilla”, lo cual, desde luego, no es literal. Pues, no es necesario, ni obligatorio convivir con quien te hace o hizo daño. Aquí, lo anterior significa que, PIDAS LUZ PARA ESA PERSONA (como diría mi amiga Clau); para que esa sustancia densa (imaginaria), que también digamos que le ataca a este ser y que no le deja ver con claridad, se deshaga.

 

O bien, si lo hace con conocimiento de causa; solicitar a “Las Cosas Divinas”, que traten con ella o él, para que sea convencida o convencido de que la justicia es mejor que la injusticia; y que se vuelva del lado de lo justo, porque le conviene para la mejor evolución de su alma.

 

El hecho de hacer lo anterior, de ninguna manera quiere decir que dejes de dar seguimiento a tus procesos legales o jurídicos, a efecto de que busques y veas que se lleve a cabo la justicia de la mejor manera; es decir, para encontrar el mayor beneficio para todas y todas. Aunque, por ejemplo, esto implique que, si la o el agresor, por sus acciones deba ir a la cárcel, así es como se lleven a cabo las cosas.

 

Continúa y cierra la próxima semana…

 

Amor y sociedad.