Quiero comenzar este escrito, mencionando lo que yo particularmente creo y estoy convencida de ello. Y se trata de que todas las personas tenemos como misión aprender a ser seres capacitados para todo acto que esté conectado a la vida y que como consecuencia dé frutos de ello. Fortaleciendo lo que digo, traigo a cuenta lo que dice el versículo bíblico de Apocalipsis 1:6, que dice “y nos hizo reyes y sacerdotes…”. Lo cual, a mi manera de ver, habla de una limpieza espiritual y de un dominio personal total.

 

Sobre este postulado es que voy a hablar de la justicia divina, y para referirme a ella, me es necesario comentar que este concepto es de corte católico cristiano. Y nos transporta a muchos versículos que hablan al respecto de ella. Yo traigo a cuenta el que dice así: “Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8).

 

Al respecto de lo anterior, yo comento que para que esto suceda, la persona requiere cierto nivel de conocimiento, sabiduría, entendimiento, discernimiento y empatía; a efecto de que se dé cuenta de que algo no está bien, y le lastima a ella o a él, o bien a las demás personas o a su entorno. Es entonces, que se percata que, ese sentimiento incómodo, obedece a su conexión con la vida y que hay que hacer algo para mejorar la situación. Y así es como llega a darse cuenta que hay algo más que le hace sentir eso, que es sublime y que está dentro de ella o el.

 

Comienza a investigar dentro de sí y se da cuenta de que hay muchas cosas que requieren ser atendidas, y es ahí que descubre lo que ya desde hace mucho tiempo existía que es la justicia divina. La descubre por ser ese alguien que decidió aceptar el abrir su corazón a su conexión a la vida y empezar a hacer un cambio de rumbo, donde la vida sea mejor para ella o él y para sus semejantes; y que, si el desarrollo de su conciencia ya ha llegado a niveles más elevados, pensará en la humanidad.

 

Continuando con el tema, ésta existe y está en todos los ámbitos; y quienes están conectados a la vida son quienes más ayudan a la humanidad. Porque sí o sí, quien está en un por así decirlo más arriba, siempre buscará ayudar a su próximo que viene en el camino. Y quiero compartir que estos seres lo hacen de esta manera, porque han conocido insisto cosas más sublimes; conociendo por ende las leyes del universo, que se basan en la justicia divina. Bueno, ahora, veamos el concepto de Karma.

 

Donde, esta palabra es de origen sánscrito, que es la lengua clásica de la India, y se refiere a la acción o bien la energía que se deriva de las acciones, palabras y pensamientos de las personas. Que a mi manera de ver se refiere mucho a lo mencionado de ser “convencido de pecado, de justicia y de juicio”. Ya que también en este concepto de karma conlleva a que habrá un juicio de lo que hagas, digas o pienses. Por lo tanto, para mi es muy parecido o se encuentra relacionado con lo que significa la justicia divina.

 

Por último, veamos que nos dice la ley de causa y efecto, la cual es del dominio público. Misma que, nos expresa enfáticamente, que no hay efecto sin causa, que es lo mismo que no hay estímulo sin respuesta. Misma que también nos dice, que todo lo que hagamos a los demás, ya sea bueno o malo según lo que se haya acordado con este adjetivo, nos será devuelto; de ahí que también a esta ley se le conozca como boomerang (que regresa al punto de origen).

 

Analizando también esta ley, me percato de que también se refiere a lo mismo que la justicia divina y que el karma. Lo único que cambia es el contexto. Pues, el primer concepto lo encontramos en la religión, el segundo es para nosotros un concepto extranjero; pero la ley de causa y efecto es completamente laica y sin embargo, se refiere a lo mismo.

 

Es así que los tres se refieren a que hay cosas, fuerzas o energías que comprendamos o no existen y que, aunque pase el tiempo se aplican y se siguen ejecutando. Pero insisto, para que sucedan, deberá haber mujeres y hombres comprometidas y comprometidos con la vida a efecto de llevar a un mejor término esta realidad.

 

Ahora me despido, no dudando que tu que me lees eres ese ser que se esfuerza todos los días para que sucedan las mejores cosas para ti, los tuyos y se extienda a toda la humanidad. Deseo para ti que tu visión sea ampliada a modo de que puedas ver con empatía a tu hermana o hermano (quien está junto de ti), recordando que de igual manera está llamada o llamado a ser ese ser iluminado que mencione en el inicio de este escrito. Deseo también que esta escritura te motive a ser mejor persona de lo que ya eres y que observes que la religión y la ciencia no están en pelea, y que cada quien desde su ámbito de competencia, abona para ayudar a esta bella humanidad de la que formamos parte. ¡Hasta pronto!